En 1986 me mudé de Puerto Rico a Chicago. Bueno, realmente, los primeros años no vivía en Chicago sino en un suburbio de esta ciudad. No duré mucho en los suburbios; odiaba lo que me parecía una vida plástica en donde las mujeres vivían para ir al mall a comprar cosas que no necesitaban, y los hombres para ir al sports bar a ver juegos de fútbol y beber cerveza. No había museos, ni obras de teatro, ni galerías, ni cultura en general, sólo centros comerciales y cadenas de restaurantes. Peor todavía, no había muchos puertorriqueños ni latinos. Ya para el 1990 me había despedido del aburrimiento del suburbian life y me había mudado al bullicio de la ciudad. Trabajaba en el edificio más emblemático del área de Bucktown, cuando Bucktown no era lo que es hoy en día: tierra de yuppies, flamantes restaurantes y cool boutiques. En aquellos tiempos era un área empobrecida, llena de mendigos y bares oscuros que olían a alcantarilla y cigarrillo. Sin embargo, tanto Bucktown como su área vecina Wicker Park tuvieron sus años de gloria en el pasado antes de que la gente acaudalada se mudara a los suburbios o la depresión cerrara los negocios y la despojara de su belleza. Para finales de los años 80's los artistas locales encontraron en el área el lugar ideal para vivir porque el alquiler era barato y habían muchos apartamentos tipo loft que en su tiempo fueron fábricas o mansiones de gente acaudalada. En 1989 comenzó el festival Around the Coyote donde los artistas abrían sus galerías o estudios (en realidad, la mayoría eran los apartamentos donde ellos residían) al público con la esperanza de que les compraran algunas de sus obras. El corazón del festival era el Flatiron Building, un edificio que dividieron en estudios que alquilaban a artistas. Fue aquí donde conocí al artista puertorriqueño Gamaliel Ramírez. Fue también durante esta época que saqué mis poemitas de la gaveta donde los tenía escondidos y comencé a participar en lecturas de poesía. Uno de los lugares que frecuentaba por su ambiente y sus noches de poesía era el bar Borderline en la esquina de las calles North y Damen. En el Borderline había un cuadro inmenso de una mulata desnuda pintado por Gamaliel. Cualquiera que entrara a ese bar tenía por obligación que posar sus ojos en el gran “follaje” que tenía la mulata entre las piernas. A pasos del Borderline estaba el Chicago Latino Theater, una compañía de teatro donde presentaban obras escritas por latinos representadas por actores latinos. En el teatro vivían algunos de los actores y frecuentemente nos encontrábamos actores, artistas y poetas en el Borderline y en el Hothouse, donde se presentaban grupos musicales que tocaban desde jazz y blues, hasta salsa y ritmos tropicales. Cerca también se encontraba el centro cultural puertorriqueño Segundo Ruiz Belvis. Ruiz Belvis quedaba casi al lado de mi trabajo y, después de pasar muchas veces y preguntarme qué sería ese lugar que tenía banderas puertorriqueñas y máscaras de vejigantes en la vitrina, entré para preguntar qué era y terminé coordinando eventos y siendo parte de la junta directiva. Un año decidí coordinar una exhibición de artistas puertorriqueños en el centro cultural para el Around the Coyote. En el festival casi no participaban artistas puertorriqueños (para hacerlo había que vivir en el área o ser invitado por una galería) y pensé que era importante exhibir el arte de nuestro talento local. Cuando invité a Gamaliel a ser parte de la muestra, él se negó rotundamente. Como yo era nueva en Chicago, no sabía los dimes y diretes que había tenido la gente en el pasado y, por lo visto, Gamaliel había tenido los suyos con Ruiz Belvis. Sin embargo, esto no impidió que Gamaliel y yo nos hiciéramos amigos, es más, creo que esto acrecentó nuestra amistad porque le dio paso a que él me contara muchos de los sinsabores que ha vivido desde niño por ser disléxico, no haberse podido graduar de la secundaria, ser un artista autodidáctico, no haber sido aceptado en la escuela del Art Institute y ser menospreciado por organizaciones que querían su trabajo de gratis. Así han pasado 20 años de amistad y he llegado a conocer parte de la historia de artistas puertorriqueños como Gamaliel, al igual que sus sueños y esperanzas del futuro. Entre éstos está reiniciar el proyecto que fundó en 1970 junto al poeta David Hernández El Taller, una de las primeras organizaciones latinas de arte en Estados Unidos. En años recientes, Gamaliel se ha dedicado a instaurar El Nuevo Taller y ha coordinado varios eventos dándoles espacio a artistas, músicos y poetas latinos para presentar su talento. Otros de los sueños de Gamaliel es el de muchos de los puertorriqueños que vivimos en Chicago: irse a vivir a Puerto Rico. Aunque nació en Nueva York y ha vivido la mayor parte de su vida en Chicago, Gamaliel sueña pasar su vejez rodeado de las montañas, flores y vegetación que tan hermosamente pinta en sus cuadros.
Hoy las cosas no son como eran antes: el Borderline cambió de dueño y no hay poetas y artistas, el Hothouse desapareció completamente, el Chicago Latino Theater se quemó y ahora hay un restaurante, Ruiz Belvis vendió su edificio por las presiones del desplazamiento, y mi amigo Gamaliel está enfermo y tiene cáncer. Esta noche la comunidad puertorriqueña y artistas y amigos de todas las nacionalidades que han sido tocados por todos los murales que Gamaliel ha pintado en Humboldt Park y otras partes de la ciudad, y por el talento puro que hemos podido apreciar en cada uno de sus cuadros y proyectos, estaremos reunidos para recaudar fondos para este buen amigo que nos ha dado tanto a cambio de tan poco. Porque el sueño sigue vivo, porque su sueño es el mío: verlo en la Isla respirando el aire puro de las montañas, caminar por la arena sintiendo el mar refrescar sus pasos, pintar amapolas y racimos de plátanos de su propio patio. Que la vista de sus ojos al final del camino esté llena de colores y esperanza, como uno de sus cuadros. JVP
Hoy las cosas no son como eran antes: el Borderline cambió de dueño y no hay poetas y artistas, el Hothouse desapareció completamente, el Chicago Latino Theater se quemó y ahora hay un restaurante, Ruiz Belvis vendió su edificio por las presiones del desplazamiento, y mi amigo Gamaliel está enfermo y tiene cáncer. Esta noche la comunidad puertorriqueña y artistas y amigos de todas las nacionalidades que han sido tocados por todos los murales que Gamaliel ha pintado en Humboldt Park y otras partes de la ciudad, y por el talento puro que hemos podido apreciar en cada uno de sus cuadros y proyectos, estaremos reunidos para recaudar fondos para este buen amigo que nos ha dado tanto a cambio de tan poco. Porque el sueño sigue vivo, porque su sueño es el mío: verlo en la Isla respirando el aire puro de las montañas, caminar por la arena sintiendo el mar refrescar sus pasos, pintar amapolas y racimos de plátanos de su propio patio. Que la vista de sus ojos al final del camino esté llena de colores y esperanza, como uno de sus cuadros. JVP
Para ver más del trabajo de Gamaliel, favor de oprimir aquí.
Evento: Viernes, 30 de julio de 2010, 6:00-10:00 p.m. en el Instituto de Arte y Cultura Puertorriqueña, 3015 W. Division St., Chicago, IL