La mirada indiscreta de Johanny
Vázquez Paz
por *Gerardo Cárdenas
Los diccionarios médicos y psicológicos definen al voyeurismo como un
trastorno psicosexual en el cual el individuo obtiene excitación y satisfacción
observando a escondidas los actos sexuales de otros. Como definición no está
mal, pero me temo que se limita a definir el acto del voyeur, y por ende olvida
la reacción de los observados en especial si aquéllos son conscientes de ser
vistos.
Johanny Vázquez Paz (San
Juan, Puerto Rico) no tiene miedo a los voyeurs. Es más, los invita a mirar
libremente mientras ella ama de manera tormentosa a las palabras. Su flirt con el ojo indiscreto se llama Querido voyeur (Madrid, 2012) y es el
número 258 de la Colección Torremozas, un fondo editorial concentrado en la
poesía de mujeres y donde publican autoras como Ana Rossetti, Carmen Plaza o
Ana Delgado Cortés. Querido voyeur es
el segundo poemario de Johanny Vázquez, avecindada en Chicago desde hace varios
años e integrante de los talleres de escritura creativa de contratiempo. La
autora presentó el libro recientemente en el Instituto Puertorriqueño de Artes
y Cultura en Humboldt Park.
Querido voyeur es más que un coqueteo, es una abierta invitación a
mirar. Sus poemas, prosas poéticas y cuentos están divididos en dos segmentos:
“Por la mirilla” y “Open House”. De mirar, se puede pasar a una contemplación
más directa: del espía, al espectador.
El voyeur mira actos pero esencialmente mira cuerpos. Los textos de
Johanny Vázquez son un recorrido por su cuerpo poético, un viaje de doble
mirada erótica; la del anónimo espía, la de la poeta a la que su propio cuerpo
le cuenta historias. Un ejemplo es “Fototienda”, donde el poema invita al voyeur a re-crear a la medida de sus
deseos: Manipula mi imagen adulterada /
para complacer tus fantasías / recorta mi silueta, edita mi cintura / quítale
el rojo a mis pupilas / y usa tu paleta de colores / para remover el sepia
heredado / por los años y el olvido.
Pero esa mirada indiscreta
puede ser también la de una diabólica complicidad; tal es el caso del cuento
“Cuatro paredes y un cielo” donde la intimidad de una pareja atrapada en un
ascensor no es tal – la narradora que nos sabe espías al otro lado de las
puertas nos ofrece una fantasía o un atrevimiento, un juego de espejos, o una
charada.
“Querido voyeur”, la prosa
poética que da nombre al volumen, es resumen y estandarte de la declaración de
intenciones de la autora: el lector es invitado a mirar a un cuerpo sin
timideces ni pudores, pero el cuerpo no es sólo carne: es carne y letra. Letra
que adquiere forma humana, carne que se diluye en renglones, signos de
puntuación y palabras.
Como todo aquel que se
desnuda, ya sea ante el espejo o ante sus voyeurs, Johanny Vázquez nos revela
el secreto final de la carne: no hay frontera más última e infranqueable que el
propio cuerpo, pero este cuerpo es poético, esta anatomía es la del verso o la
prosa. Me quito la ropa, me despojo del
pudor y me entrego a ti, Poesía, en el confesionario con mi verdad desnuda,
dice la autora en “Confesiones a mi diosa”.
El colofón del viaje, el
acto final de adoración al cuerpo, el clímax del ojo indiscreto de nosotros, voyeurs,
es el poema “Palabra pura” donde ya se ha completado la transubstanciación del
cuerpo en lenguaje: apalear la palabra /
enterrar la pala / hasta donde se ata / la tierra y la raíz / penetrarla hasta
el fondo / bien adentro hasta que duela / para que grite, aúlle / clame, ladre
/ hasta que por fin sea / sincera y alcance / su libertad.
No tenga miedo, lector, de
espiar impúdico en esas páginas.
*Gerardo Cárdenas, escritor mexicano, es director
editorial de contratiempo. Es autor del libro de relatos “A veces llovía en
Chicago” (Vocesueltas/Magenta, 2011) y del blog semanal En la Ciudad de los
Vientos.
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