En Nueva York sentí por primera vez el frío del invierno. Primero me encantó estar afuera, pensé que era como tener el aire acondicionado prendido a todo volumen. Pero pronto entendí que la regla para soportarlo era meterse adentro lo más rápido posible. En Nueva York también vi nieve por primera vez. Estaba en un taxi con mi mamá, camino del aeropuerto al apartamento de mi hermana, cuando el motor del carro se paró y nos quedamos varadas en la autopista. La comunicación entre el taxista y nosotras se dificultaba porque ambos no hablábamos bien inglés. Cuando de repente miro por la ventana y veo que están cayendo, lo que me parecieron, plumitas blancas. Me bajé del taxi y sentí los copos derretirse en mi cara. Mi madre pronto me despertó del trance, y me mandó a entrar de nuevo al carro. Aunque el taxi nos dejó a medio camino, le tuvimos que pagar y tuvimos que irnos en otro. Yo tenía 18 o 19 años y unas ansias inmensas de perderme en el bullicio de Nueva York. Andar por las calles de la Gran Manzana a toda prisa, empujada por la ola de gente (nunca había visto tanta gente), sin saber cómo cruzar la avenida porque siempre venían carros. Entrar a todos los cafés, las tiendas chic, los restaurantes de moda; ir a ver musicales (Cats y 9 ½), visitar museos, coger una lancha a Staten Island y ver la Estatua de la Libertad, bailar en las discotecas, besar a un extraño. Todo eso hice en aquel viaje en donde aprendí que existía un mundo diferente a la isla en donde había vivido toda la vida. Creo que fue en Nueva York donde, probablemente, comencé a coger vuelo... JVP
2 comments:
y a hora como experimentas la ciudad?
Me imagino que vendra la parte II
de tu anécdota.....no tan pintoresca
ni ingenua como la primera...
eres brava amiga..ya que esta ciudad
te quito a tu hermana querida..
y todavia con alma de poeta
vienes de visita. Te espero Jowis,
estoy feliz de que vienes de vuelta
a los Newyores!
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