La siguiente reseña de Querido Voyeur fue escrita por el escritor dominicano, Rey Andújar, y apareció en el programa de la puesta en escena de la obra del mismo nombre escenificada por Aguijón Theater los días 14, 15 & 16 de febrero de 2013. Gracias, Rey, por la solidaridad y por prestarle a mi obra esos hermosos ojos voyeristas con los cuales auscultaste mi trabajo.
Voyeristas
Más gusto tú le das
a mi gusto
fernandito villalona
I
Lo del voyerismo es la ficción. El placer no radica
en el tacto; lo que quiero decir es que quien acecha no lo hace ante la
imposibilidad de tocar aquel, aquellos cuerpos;
aunque tuviese acceso a los mismos, el gusto se complace como tal en la
invención. La analogía voyerismo=escritura
seduce y convence.
En Querido voyeur la boricua Johanny
Vázquez Paz comparte las intimidades de una voz y para ello recurre a la prosa
poética. Siempre he confiado en el tipo de poesía que prefiere y comparte la
libertad. Libertad para que el lector pueda adentrarse sin predisposiciones. Ya
la enmarcación del texto dentro de un género, su presentación dentro de ese género, propone una
cuestión de autoridad; mientras, el voyerismo tiene como premisa el traspaso,
lo oculto: está fuera del orden establecido. Dije ya que hay placer en la
mirada, en la contemplación y en la
creación, pero quien acecha lo hace también para contar, compartir lo que ha
visto. Lo anterior añade a la justificación del equilibrio entre literatura y
mirada. Escribir es contar tanto de otros como de sí.
El
libro comienza Por la mirilla,
aclarando que la posición del que acecha es quizá privilegiada pero no amplia.
Aunque, lo perdido por el ojo es magnificado por el verbo: “El amor, sobre
todo, hay que esconderlo en el sótano junto a las mentiras piadosas a mi madre
y las mentiras crueles a mi marido.” El deseo de crear [la ficción pasa en
ocasiones por la mentira] es superior al de la consagración de los actos. La
poeta es primero mujer y avalada por el arrojo que brinda lo prohibido, emplaza
al cuerpo observado, le invita a compartir del cuerpo que escribe. La poesía es
entonces el vehículo de la seducción, “Las flores silvestres crecen salvajes en
tus manos, y el río se desborda por los caminos que transitas.” Hay en estos
textos una fuerte impronta Caribe; mediante la descripción de las estaciones la
escritura compara la nieve de Chicago, el hielo del lago y las aceras, con el
golpe de brisa verde y salada el Atlántico sanjuanero. Así, la voz de la poeta
es la forma transitiva: escribir es escapar a la isla. No hay nostalgia pendeja
en este trayecto porque el Caribe no está allá:
el calcio de las islas se lleva en la sangre y caribeños y caribeñas sangran
por esa herida; mientras más al norte, más se sangra.
II
El Caribe es algo que no puede posponerse. No se
escribe Caribe tratando de negar el invierno, al contrario, la dureza, la
blancura cegadora del Midwest es la mejor excusa para que la poeta se invada y
al tiempo, se disperse en sí misma. La poesía es riesgo; también lo es elegir
la presa que será acechada, averiguar sus horarios, acomodar los propios, luego
encontrar el lugar adecuado, la pifia del otro. El que acecha es astuto porque
vive al tanto del fallo, del descuido del otro, entonces aparece un pecho, un
cachete de nalga, un labio mordido cuando nadie
nos está mirando. ¿No hace lo mismo la poesía? La poesía atraviesa el
umbral de lo metafísico, y digo metafísico no como facilismo sino por la
grandeza, por la imposibilidad de inventariar el sentimiento. Sin poesía el
alma no podría resistir estos febreros. El corazón se iría gastando poco a poco
como la piedra verde y triste, escapada de un muro del Morro, a merced de los
elementos y el Atlántico latiendo fuerte. Siempre.
III
La segunda parte del libro amplía el campo de visión
ya que la invitación se extiende ahora hasta la rendija de la puerta de la
casa. Johanny lanza un cable a tierra: “Tócame. Calienta la diáfana fragilidad
del papel con la punta tenue de tus dedos.” Quien mira, seduciendo, propone al
cuerpo observado que cambie de posición; vuélvete, acéchame, desnúdame, a tu
manera poséeme. Lindo es ver a una
escritor pagando tributo a su edén literario. Estas revelaciones-rebeliones,
“Me rebelo poesía”, añaden cierto dejo de sinceridad que no incomoda. No es
pagar deudas. Es más bien, recordar con cariño y de tú a tú a poetas que
también nos son queridos: Benedetti, Cardenal, Julia la eterna Burgos. Casi al
final, en “Palabra pura”, la poeta aclara que esta relación con el deseo de
escribir, de brechar, tiene de tierno
y de salvaje. Johanny, como boricua que es, maneja...los
conceptos cuerpo y libertad; tiene archipiélago en la
calavera y el deseo sembrado en la punta de la lengua.
Rey Andújar
En Chicago, Febrero 2013
Desde La Granja Salvaje
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