Tuesday, February 19, 2013

Querido Voyeur en Aguijón Theater

 
He pasado las tres noches más intensas de mi vida. Tres noches en las cuales yo me convertí en la voyeur de mis textos, sentada en la oscuridad, espiando a seis mujeres que entraban y salían del escenario, así como se entra y se sale de una casa, para darles vida a mis poemas y sueños. El gran logro de esta puesta en escena es que no se sintió como si fuera una lectura de poesía, sino más bien como una obra de teatro bien delineada, en donde una voz narrativa femenina se clona en seis mujeres diferentes para intercalar el sentir de una mujer contemporánea que sufre la pesada carga de los deberes cotidianos y las responsabilidades que la alejan de su verdadera pasión que es la escritura.

De entrada impresiona la escenografía diseñada por la fundadora de Aguijón Theater, Rosario Vargas, y realizada por el pintor chileno, Augusto Yanacópulos. Enfrente, a mano izquierda, había un sofá, con un estante alto lleno de libros. En la parte trasera, a la izquierda, una cama con un cómoda al lado. En el centro, al frente, un escritorio con una computadora, su silla de oficina y otra silla más amplia a mano izquierda, y un tocador a la derecha, con una silla y un marco ovalado que insinuaba la presencia de un espejo. Detrás del escritorio había otro estante y otro gavetero más pequeños que los antes mencionados. A mano derecha, en la parte de enfrente, un sillón con una mesita de centro y un cuadro junto a, lo que parecía ser, un agujero en la pared. En la parte trasera una amplia bañera con un espejo de cuerpo entero. Aparte de los muebles, la utilería usada fue minuciosa: libros, cartas, papeles, ropa, batas, estolas, bufandas, cuadros, zapatos de tacón alto, fotografías, espejos, lámparas de mesa, ventanas con su cortina, baúles, velas y otra variedad de objetos, eran las cosas, las muchas cosas…El piso parecía una alfombra de hilachas, pero al mirar más detenidamente, era una réplica gigante del ojo salpicado de gotitas de pintura utilizado en la publicidad de la obra. Se desprende que todos los detalles de la producción fueron elegidos haciendo uso de la vida y preferencias de la autora. Sobre todo la música: Lucecita Benítez, Antonio Cabán “El Topo”, Madonna. Marcela, vestida con un impermeable, haciendo su entrada triunfal a la tonada de soy una chica difícil.

La producción, dirigida por Marcela Muñoz, es impecable. Todas las actrices tienen momentos para brillar. Claudia Pérez-Brown es la paciente enferma perfecta, logrando una actuación brillante con sus muecas, su tos, su tristeza. También brilla en “Afónica” con intensidad visceral mientras la letra del poema se extiende y se plisa sobre su cuerpo. Alba Guerra personifica excelentemente a la profesora frustrada cansada de corregir, corregir y corregir. Pudimos también disfrutar de la cantante con sus excelentes intervenciones cantando “Verde luz” de “El Topo”, y “Qué falta tú me haces” de Lucecita. Rosario Vargas entra como un huracán a escena a recoger todas las cosas desparramadas, y permanece toda la obra en el escenario paseando por casi todos los rincones de la “casa”. Muy sensual fue su interpretación de “Soy tuya” colmando de caricias a un estante lleno de libros. Érica Cruz Hernández nos transporta a los 80’s bailando y vistiendo como la Madonna de esa época. Uno de los momentos más eróticos nos los ofrece Érica con “El verso infinito” mientras, recostada en la cama, acaricia su cuerpo con poemas escritos en papel. Por otro lado, Nydia Castillo tiene de las actuaciones más atrevidas y excitantes del performance. Se abre la bata y se mira asustada su cuerpo en ropa interior en el espejo. El público se torna voyerista ojeando su semidesnudez en el reflejo. En “Laundry Day” aparece metida en la bañera, todas la partes visibles, desnuda. Nos seduce mientras se lava los pies, las piernas, las rodillas, el ombligo, la cara... Pero el striptease nos los regala Marcela Muñoz. Llega coqueta con el impermeable que acostumbran los exhibicionistas, bailando una canción movida. Se quita el abrigo, tira el sombrero, se queda con la lencería sexy de rigor: corsé, bragas negras, medias de rejilla. 

Todo el performance estuvo programado a la perfección, no hubo un momento en que el ritmo de la acción decayera. Las entradas y salidas de las actrices, la música que se entremezclaba con los diferentes vignettes, la sensualidad visual y dramática de las escenas, el paso acelerado de algunas escenas, la fuerza dramática de otras. Todo esto hizo que nunca hubiera un minuto aburrido ni cansón, como algunos temen al escuchar la palabra poesía. Fue una puesta en escena inteligente, interesante, espectacular, perfecta. A mis queridas divas voyeristas, Claudia, Alba, Nydia, Érica, Marcela y Rosario, las amo. Ahora a soñar con llevar a este Querido Voyeur a San Juan, Off-Broadway, Cartagena, Buenos Aires…   Johanny Vázquez Paz

 Claudia Pérez-Brown Vestida de pena:
 
 Rosario Vargas Put Away:

Alba Guerra Vacaciones en la casa:
  Érica Cruz Hernández Limpieza profunda:
Rosario Vargas Fototienda:
Nydia Castillo Condiciones del tiempo:
Marcela Muñoz Un look nuevo:
  Érica Cruz Hernández Confesiones a mi diosa:
Marcela Muñoz Rebeldía poética:
Rosario Vargas Soy tuya:
Nydia Castillo Laundry Day:

Claudia Pérez-Brown Cita médica:
Érica Cruz Hernández El verso infinito:
Marcela Muñoz Palabra Pura:
Claudia Pérez-Brown Afónica:
Alba Guerra Cuatro fronteras del purgatorio:
Nydia Castillo Oda al regreso:
Marcela Muñoz Querido Voyeur:

Después de la función:


No comments: