Friday, January 21, 2011

Navidad 2010 - Fotodiario Parte II

- BOQUERÓN: DE ECLIPSES, AMANECERES Y ATARDECERES CERCA DEL MAR -

Eclipse Lunar- En la costa oeste de la isla de Puerto Rico se encuentra Boquerón, un pueblito costero muy popular durante el verano, pero en un lunes de diciembre cuando hace frío, la marea está alta y las nubes grises vienen y van descargando la lluvia de sus vejigas es encontrarse con un poblado de fantasmas, lo cual admito que fue de mi agrado porque, en vez de estar rodeada de turistas, llegué a conocer a sus verdaderos habitantes. Habían anunciado un eclipse lunar para la magrugada del martes y a las tres de la mañana salí a presenciar el espectáculo. No había nadie en la calle, ninguna luz se colaba en las rendijas de las casas, sólo el silencio recibía mis pisadas. La luna entraba y salía de entre las nubes; a paso lento la tierra se interponía entre el sol y su silueta. Me senté en el balcón pacientemente. Poco a poco la penumbra se fue comiendo a la luna mientras Boquerón iba despertando antes mis ojos. Uno a uno los gallos competían por tener el kikirikí más fuerte, extenso y prodigioso. Los gatos brincaban de los techos a las aceras paseando a sus anchas por la calle sin carros que interrumpieran sus siete vidas. Como a las 4:00 a.m. observo que encienden la luz dentro de una casita de madera. Es tanto el silencio que puedo escuchar los ruidos dentro de ese hogar y me imagino los movimientos que hacen: ahora le echa el agua y el café a la greca, la pone en la hornilla, pone a tostar el pan, enciende el televisor con el volumen bajo... A las 4:30 a.m. una mujer sale de la casa cargando un recipiente que pone en el piso. Todos los gatos del área acuden al llamado y comen agradecidos. Cuando terminan de comer, la mujer recoge todo, barre, saca la manguera y le echa agua a la terraza de cemento. Nunca miró a la luna.

La Placita de Boquerón de madrugada. El niño Jesús y su familia tienen su pesebre trepado en un árbol.

Cuando el eclipse completó sus fases lunares, salí al pueblo en busca de otro espectáculo que nos regala la naturaleza: un amanecer a orillas del mar.

Amanecer - Caminé hasta el Balneario de Boquerón y poco a poco la oscuridad fue cambiando sus matices grises a azules intensos con tonos anaranjados y rosados, hasta que el sol despertó completamente y las palmeras extendieron sus cuellos para mirar las motitas blancas de un cielo turquesa, nuevo y rejuvenecido.


Atardecer - Después de "romper noche" me acosté a dormir, feliz de haber presenciado tanta belleza. Todavía no sabía que al despertar vería otro regalo de los dioses: un atardecer caborojeño.

En el Restaurante Galloway's terminé de gozarme las últimas llamas del sol. Sentarme literalmente encima del mar, beber piña colada (quizás será un cliché, pero las piñas coladas de la Isla son las mejores del mundo), comer pescado fresco, saborearme unos tostones, y observar por la ventana cómo una manada de peces largos (a primera vista pensé que eran tiburones) se abalanzaba sobre los trozos de comida que un niño travieso les tiraba.


Terminamos la noche en el bar, El Bulgao, donde aprendí que el bulgao es un tipo de caracol marino que se come, algo parecido al carrucho. Desgraciadamente estaba muy llena para probarlo, pero la pasé muy bien hablando con la bartender, quien a su vez era la novia del dueño del establecimiento. Me contó que vivió en Nueva Jersey por muchos años hasta que se enfermó y empezó a pasar temporadas en Puerto Rico. Mientras más tiempo pasaba en la Isla menos quería regresar al invierno. Y así llegó el día en que empacó todo y se vino a vivir a una finca en Cabo Rojo. Hasta el día de hoy no se ha arrepentido. No pude dormir esa noche imaginándome cómo sería vivir en una finca o un pueblito costero o en cualquier rincón de una isla del Caribe.



2 comments:

Anonymous said...

Fue como estar a tu lado y caminar contigo....gracias por compartir conmigo esos regalos que solo en Puerto Rico se pueden ver...he vivido en muchos sitios como tu sabes pero ningun cielo, playa, gente como las de nuestro Puerto Rico...un abrazo...Milagros

Johanny Vázquez Paz said...

Gracias a ti, amiga del alma.

Espero que pronto podamos pasear juntas por las calles de nuestra patria como hacíamos antes. Si supieras que cada vez que paso por la calle Loíza me acuerdo de ti.

Un fuerte abrazo.